La segunda versión que nos llegó, era que este fue un avión, si señores, un avión, pero tan mal construido que parece un barco, al diseñarlo se olvidaron de ponerle las alas, y los constructores, avergonzados de semejante error, decidieron abandonarlo en el olvido, lo más lejos posible y escondido entre los bosques, donde nadie nunca se enterara de tan gran fracaso aeronáutico. Pero claro, de ser así... no hubiéramos puesto allí las camisetas.
La tercera versión, y ya más creíble, era que un leñador que había soñado con ser pescador toda su vida, decidió un día construir un barco que algún día botaría en el mar y lo llevaría por los mares del mundo pescando peces únicos, capturando aventuras y cruzando mares que no habían sido vistos por ojo humano alguno, y que muy poco tiempo después de haberlo terminado contrató TV satélite y viendo que la pesca no era tan romántica como él imaginaba, abandonó la idea y con ella el barco. Pero... no se nos ocurriría convertir este barco en protagonista de una historia tan triste.
Al final, después de mucho mirarlo y pensar, entendimos la verdad. Este barco nació en el mar, y tenía un poco de cada historia en él, su capitán tenía fama de ser un niño de muchos años que se negó a crecer. También se decía que este barco a pesar de ser pequeño, era muy veloz, que casi volaba, y que para una gran tormenta pasó por encima de unas olas como si tuviera alas. Y finalmente era muy cierto que su último dueño fue un leñador, que si bien no lo construyó, se dormía la siesta en este barco soñando que viajaba por lugares inimaginables. En resumen, era el barco el que inventaba sus propias historias.
Por eso colgamos aquí estas camisetas, porque donde haya un niño con imaginación, habrá un barco volador... para llevarlas adonde él quiera.